Fortuitamente, como el vuelco de una cometa, una bonita tarde de verano, me di cuenta que el tacto también tiene memoria. Que puedo cerrar los ojos y hacer un boceto de la forma de tus brazos, del contorno de tu cara o de la silueta que traza tu cuerpo. Puedo llevarte en mi piel cuando recuerdo la tuya y pensarte con mis manos. Espero que alguien en este punto del universo se haya detenido a reflexionar sobre lo que le aborda cuando toca, cuando mira con la corteza que nos recubre y se deja arrasar por ese grito eterno.
Nunca olvidaré, ese apretón de manos, en tiempos de decadencia, donde las líneas de tus manos formaron un puzzle con las mías.
G.